De Colores es una expresión que nos hace recordar la necesidad de ver lo bueno de la vida. Si hay momentos de tinieblas en la vida, por otro lado la esperanza cristiana da colores a lo que vivimos. Así es el caso por ejemplo de la persona que descubre que es amada por alguien que ella quiere también. Para los enamorados, lo cotidiano pierde su tono sombrío, el sol brilla, la vida es bella, la vida es «de colores».
De la misma manera, la toma de conciencia de ser amado por Dios de una forma incondicional y tan generosa hace surgir en el fondo de sí un arco iris increíble. Después de este descubrimiento, la vida ya no es igual; se puede ver el mundo de otra manera, se actúa diferentemente y se descubre, en la comunidad cristiana, las múltiples facetas del rostro de Cristo.
En efecto, como el prisma descompone la luz blanca en una escala de colores variados, así, dentro de los que nos rodean, cada persona lleva su color, cada cual refleja un aspecto de Jesucristo.
El saludo «De Colores» evoca la alegía causada por el descubrimiento del amor de Dios y de la presencia de Cristo dentro de nosotros mismos y de los demás.
¿Su origen? …un canto
Sin embargo hay que decir lo siguiente: si hemos llegado a utilizar esta expresión, ha sido más bien por coincidencia, a causa de un canto titulado «De Colores» que era muy popular en el momento del primer Cursillo en la isla de Mallorca (donde la primavera es una verdadera feria de colores).
Este canto, que proviene del folklore mexicano, expresa la alegría de vivir y canta las bellezas de la creación. Ha sido adoptado espontáneamente por los primeros cursillistas como el reflejo de lo que vivían interiormente. Su popularidad se perpetúa de un Cursillo a otro y acaba por imponerse como un canto tema del Movimiento, aunque nunca haya sido reconocido oficialmente como tal. Es un fiel reflejo de que un alma en gracia es un alma «de colores» frente a un alma que no goza de Dios, y está «en blanco y negro».